El cannabinol (CBN) fue el primero de los fitocannabinoides en ser aislado, a finales del siglo xx. Actualmente se cree
que el CBN se forma a partir del THC du- rante el almacenamiento del cannabis cosechado. R. S. Cahn ilustró su estructura a principios de la década de 1930, y su síntesis química se logró por primera vez en 1940 en los laboratorios de R. Adams en Estados Unidos y de A. R. Todd en el Reino Unido. El mismo año, Adams y sus colegas obtuvieron un segundo componente del cannabis, el cannabidiol (CBD). En 1942, Wollner, Matchett, Levine y Loewe extrajeron por primera vez el THC del cannabis. Tanto el THC como el CBD están presentes en el cannabis, principalmente como ácidos que dejan de serlo por acción del calor, un proceso conocido como descarboxilación.
Fue en Israel, en el laboratorio del doctor Raphael Mechoulam, donde se descubrieron la estructura y las propiedades estereoquímicas del CBD, en 1963, y donde al año siguiente se aisló el THC puro. Al principio la investigación se centró en el THC, ya que se creía que el CBD era un precursor no activo del THC. El CBD es el fitocannabinoide más abundante que se encuentra en todas las variedades de la planta, incluido el cáñamo, y sus efectos inmediatos son más sutiles. En las décadas de 1970 y 1980, Mechoulam y sus compañeros encabezaron numerosos estudios que demostraron la eficacia tanto del THC como del CBD en el trata- miento de los trastornos convulsivos y otros problemas de salud. Sin embargo, la prohibición legal del cannabis en Estados Unidos y en muchos otros países impuso muchas limitaciones a las investigaciones. De todos modos, continuaron en cierta medida en los laboratorios de Europa e Israel, así como en algunas universidades estadounidenses. Desde la década de 1970, se han estudiado las propiedades anticancerígenas de ambos cannabinoides, con resultados prometedores.
En 1998, el Gobierno británico contrató a una empresa llamada GW Pharma- ceuticals para cultivar cannabis destinado a ensayos clínicos. El doctor Geoffrey Guy, cofundador de GW, creía que a partir de las variedades de plantas ricas en CBD podría crearse un fármaco efectivo para el tratamiento de numerosos problemas de salud sin que se produjesen efectos psicoactivos relevantes, o incluso sin que se produjese ninguno. Cuando informó sobre su trabajo ese año en la Sociedad Internacional de Investigación en Cannabinoides, quedó claro que el CBD no solo contrarrestaba la psicoactividad del THC presente en la planta, sino que también aportaba beneficios propios y merecía ser investigado en sí mismo para determinar su efecto en una larga lista de enfermedades y dolencias.
En las últimas décadas, el CBD pasó a ser cada vez más buscado en Estados Unidos cuando los padres de niños con trastornos convulsivos comenzaron a conocer el trabajo de Mechoulam. En muchos casos, sus hijos no respondían a los medicamentos convencionales para la epilepsia. Catherine Jacobson, neuro- científica, fue uno de esos padres. Después de que los productos farmacéuticos convencionales fallaron con su hijo epiléptico, se enteró de esas investigaciones. Pudo obtener algunas plantas en las que el CBD era predominante y comenzó a preparar fórmulas que administró en forma de gotas a su pequeño hijo.
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